Leaving on a jet plane

sábado, 14 de octubre de 2017

Viernes

Nos vimos, y no voy a hablar de que todo fluyó como agua de río, que de repente chocamos con pequeñas rocas, no diré que me dijiste y te dije y hablamos y reímos. Sonreímos.
Voy a hablar sobre los silencios en blur en mi mente.

Estaba ahí cerca desde antes, hice tiempo y cuando llegué y subí a las rocas para buscarte, te vi, y no estaba segura si eras tú, pero vi tus lentes de sol y tenías que ser tú. Al principio traté de no verte mucho, para que las pupilas no me delataran. Te escuché atentamente, te escuché hasta con los ojos. Cuando la ciudad nos observaba de noche, el viento corría y tú decías, tu barbilla peculiar se movía, y mis ojos se paseaban, el silencio enardecedor en mi cabeza me regresaba a tus palabras, y yo sólo asentía y sonreía, memorizando cada detalle en tu rostro, la manera en que te quitabas el cabello de la cara y este volvía en menos de 5 segundos y chocaba con tus lentes, parecía no molestarte. Me perdía en tus mejillas y tu nariz, tu voz en blur por unos segundos. El hilo de la conversación ahí, tus ojos, mis manos en mis muslos, yo acercándome a ti y regresando a mi lugar, era como un vals de tus palabras y tus gestos, con mis ojos y mi torso. Era como si mi mirada, mi cuerpo y mi mente flotaran al ritmo de tus ademanes.

Imaginaré un cuento donde estamos de frente y hablamos, pero no entiendo lo que dices porque tus gestos me tienen en un vaivén de emociones, como aquel día en el que el viento era tu cómplice.

Elba

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