Leaving on a jet plane

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Porque aun no me iba y ya quería regresar.

Era una de esas noches en que estoy en el bar, perdida en la lectura sin importarme que sean apenas las 11:42 pm, a ratos distrayéndome con el trabajo. Estaba en una de esas oscuridades solitarias en multitud que me abrazan entre letras, números, versos, tickets, pensamientos, sueños despiertos, billetes, ideas, monedas, planes, murmullos, música ligera al rededor y un toque de misantropía que me lleva a evitar cualquier contacto visual posible con los clientes de la barra y los meseros que vienen a pedir un traspaso de producto, algún cobro de servicio o traspaso de cuentas... bueno con los humanos en general. Era una jornada laboral especial, porque el tiempo se fue lento y a mi me dio igual hasta que el socio mayoritario estuviera sentado con sus acompañantes, bebiendo y pidiendo más a las 2:47 am cuando la barra ya estaba cerrada y el lugar prácticamente desarmado, recuerdo haber pensado por eso de la 1:18 am que no importaba si esa madrugada nos íbamos a las 6, al fin y al cabo nadie me estaba esperando, (hasta mis perritas debían estar en el séptimo sueño ya) y de cualquier forma nada de lo que hago tenía sentido del todo, que la vida se me tornó rara desde hacía ya 2 años.

Después del enredo de los números, las cuentas, las cortesías, las propinas de los meseros, el corte de caja y la platicada con los compañeros que seguían ahí, el flirteo con uno de ellos, que ya es pura costumbre, tomé mis cosas y me dirigí al auto, ya encendido el motor y con la poco melodiosa voz de Chris Daughtry de fondo diciéndome que no he aprendido nada emprendí camino, iniciaron los 10 minutos de viaje con destino a mi cama. Salí del estacionamiento, me fui de frente con el volante un tanto inclinado hacia la derecha y pasando el camellón me di vuelta en "U" para seguir el camino a casa.

Le dije te amo y respondió que ya lo sabía, mientras mis manos se paseaban con un poco de fuerza por su espalda. Ese tipo de situaciones se vuelven demasiado revoltosas al interior cuando la única intención es lograr una satisfacción ajena a expensas de los propios sentimientos y la respuesta recibida es prácticamente un "está bien" ¿Cómo iba yo a saber si sabía la verdad? Realmente no importaba, realmente no importa, como decía la ex suegra de mi hermana y una muy buen amiga de la familia, "De amor no se vive" y claro de amor tampoco se muere, aunque se propague como cáncer en el cuerpo y a momentos se sienta una desahuciada. El amor podrá ser para algunos una eterna agonía, pero ciertamente no un asesino, el amor no mata, yo por ejemplo, sí. En fin, no era la primera vez que se lo decía, ya me había prohibido antes volver a hacerlo, pero simplemente es un sentimiento que no cabe en el cuerpo, que no es necesario decir pero sale, hace "puff" y pronto ahí está, y ahí estaba yo, tratando, intentando. ¿Cuando? ¿Cuando será esa madrugada en que al salir del bar no piense en alguno de nuestros momentos? (En esa pregunta fue cuando casi me subo al camellón para dar vuelta a la derecha, no me asusté, es otro defecto). Tengo tantos pendientes, me estoy atorando en un punto del que ya debía haber salido, igual no puedo irme todavía. No entiendo, ni un poco, no entiendo porque los semáforos se sincronizan así a esta hora, me hacen detenerme y al final termino por ignorarlos, no entiendo nada. Te extraño, le dije y creo que contestó "aquí estoy", no le puse mucha atención porque estaba metida en mi "te extraño" desde hace días. Extraño como eras antes, ese trato que me dabas, me decías cosas lindas, como ese "Aun no te vas y ya te extraño" que me enviaste en un mensaje de texto (no tienes ni puta idea de lo que me hizo sentir al leerlo) antes de irme a Mazatlán por vacaciones de semana santa.

Extraño a esa persona que se alegró porque mi jefe no me dio vacaciones en la semana de pascua y así iba yo a regresar antes, se lo dije una de las veces en que fui a su trabajo en la hora de comida y como de costumbre nos sentamos frente a frente los 17 minutos que le restaban antes de tener que regresar a laborar, aun recuerdo esa sonrisa al decirle "Mi jefe no me dio vacaciones, trabajaré el fin de semana de pascua", el año pasado era yo cajera en otro bar. Y seguramente se lo imaginó, pero aunque tenía que volver por cuestiones de trabajo, me alegraba saber que volvería antes de lo esperado, porque yo aun no me iba y ya quería regresar... Qué sentimientos tan bonitos se me movían en ese entonces, suaves, delicados, tranquilos y locos a la vez, sonrientes, no tenían prisa, los mismos que hoy me revuelven cada parte del cuerpo pero en una potencia más alta que hace ya tantos ayeres, los mismos que evolucionados me han mantenido al pie del cañón, esperando, dando, incondicional. Extraño a esa persona que me robó el primer beso, que me buscaba todo el tiempo, mostraba interés, la extraño tanto que he llegado a pensar que fue una mentira de la que me enamoré, y en mis intentos por encontrarla me pierdo en esa persona que hoy eres, esa persona que me hace pensar que de quien me enamoré nunca existió y que fuera de mi recámara o la suya o cuando no estoy a su lado... no existo. Que ante los demás no existimos. Probablemente no somos nada.

Debimos salir más tarde, en el momento en que se me estuvieran cerrando los ojos, ahí hubiese yo tomado las llaves, los celulares, el cargador, los lentes, la cartera y manejar así más dormida que despierta, no estaría pensando, como la vez que al salir estaba tan cansada que vi a un león blanco en medio de la calle y por no atropellarlo casi choco, fueron milésimas de segundo y cuando volteo por el retrovisor no veo nada, era obvio que no iba a ver nada, pero tenía que cerciorarme de que ese león no estuviera ahí. ¿Morir por no atropellar a un león blanco imaginario o morir por manejar pensando en el yo contigo?

Un día voy a morir aunque siga viva, desapareceré. Cuando el día de desaparecer llegue, espero tener más dinero que años encima. Era una de esas madrugadas en que llego a casa, abro la puerta del cuarto de mi roomie y salen nuestras perritas, sin dejar las llaves, los celulares o todo lo que llevo en las manos o las bolsas del pantalón, nos dirigimos al patio, abro la puerta y ellas olfatean todo, hacen sus necesidades mientras yo leo Twitter en el celular, entramos, voy a mi recámara y acomodo mi cama... en fin, uno de esos momentos en los que me recuesto y mirando al techo espero poder conciliar el sueño antes de que mi cabeza comience a quemar cinta, a veces caigo, pero la mayoría escribo en la imaginación la historia de un amor tan irrelevante que sigue oculto detrás del cuadrito negro y nunca quiere irse a dormir.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Monotonía

A momentos me asaltan los signos de interrogación, los siento dar vuelta tras vuelta en mi imaginación, y ni siquiera sé qué es lo que quieren preguntar, mis días consisten en despertar sin ganas de despegarme de la cama, tomar una ducha caliente que un minuto después se torna fría, y me quedo parada bajo la regadera, helada, acosada por los pensamientos que he intentado bloquear, acosada por recuerdos, imaginando situaciones del pasado que me hacen sonreir, interrumpidas por situaciones del mismo pasado que me hacen soltar una lágrima y entonces deseo no tener que salir de ahí, suspiro fuerte y vuelvo a bloquear el pensamiento. Después, obligada, salgo y una vez más no sé en cuales prendas esconderme. Si lo pienso, todo es tan típico, tan monótono, las intenciones del día son monótonas, le he perdido el gusto a las obligaciones del diario, solo quiero quedarme encerrada.viendo alguna película desconocida o metida en una serie de zombies, gladiadores, caballeros, espías o amigos.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Después de acomodarme el frente de la camisa del uniforme por debajo del pantalón y desabrocharme los primeros dos botones, me di cuenta de que nada de lo que estaba haciendo tenía sentido, no la camisa, sino ese día y todos los anteriores, entonces decidí renunciar. Bajé los escalones de la plaza y caminé por el estacionamiento hasta llegar a mi carro, recién lavado.