Leaving on a jet plane

lunes, 21 de julio de 2014

Al dormir.

Hoy escribo porque busco letras que encuentren el rincón justo del laberinto donde me he escondido.

Hay momentos en los que simplemente corro y no quiero que nadie me alcance, los mismos en los que precisamente me persigues, hoy que estás aquí, me invades, no me dejas ir para poder regresar un poco tranquila. Tocas cada parte de mi ser a la que no quiero que nadie se acerque, y yo quiero arrancarte las manos, y preguntas todo lo que no quiero contestar. Desespero.

Luego dices que me vas a dejar y pienso que es lo mejor, porque yo no puedo. Mientras intento sostener tu corazón, tú insistes en recoger mis pedazos, y tus heridas cada vez son más grandes y mis ratos de cordura cada vez más fugaces. Sé que no me voy desmoronar si te vas, arena convertida en piedra. Es cuando dudo de un sentimiento que me calmo, no tengo miedo de sentir, le temo a lo que no siento. Y ahí estás, esperando, amando, peleando, me buscas y me encuentras, aun así te aferras a una idea, y yo que puedo vivir sin ti, me anestesio. Esto es lo que soy. La ira, las dudas, los muros, soledad, decadencia, ruinas, sonrisas vagas, caricias, besos, gritos, música. Y entonces duermes...

Al lado de este ente yace un pedazo de cielo, duerme con los labios y los ojos entre abiertos, suave y térmico. Respiro profundamente y te observo, te abrazo, y con estas, mis manos siempre frías, me enredo en tu cuerpo y te respiro, descanso mi frente en tu espalda... y te amo. Te amo entre sueños.
¿Qué hago sin esas manos que se aferran a mis brazos y me abrazan a tu pecho cada vez que duermo?
¿Qué hago sin tu olor? Tu cabello. Sin tu cuerpo adherido al mío mientras duermo.

Es que yo, yo te amo mientras duermo, antes de los sueños.