Hoy sentí frío, a la orilla de la carretera, con Camilo Sexto de fondo y un olor a madera quemándose que suele uno percibir en los ranchos, despidiendo el fin de semana, uno más, casi despidiendo a Octubre. Eran las seis de la mañana y estaba dejando esa pequeña ciudad donde mi hermano acaba de quedarse solo, pues mi madre y hermana regresaron al puerto que nos vio nacer, que nos vio crecer, el mismo del cual habíamos tomado carretera la noche anterior él y yo para regresar a nuestras actividades laborales hoy en diferentes ciudades, decidí pasar la noche en su casa aunque tuviera que madrugar, pues quise sentir un poco más esa sensación de seguridad que me hace regresar a la niñez, esa calidez de mi mamá siempre que me arropaba, pues no importaban las situaciones difíciles que estuviéramos viviendo siempre que ella fuera a nuestra recámara y nos diera las buenas noches mientras nos echaba una cobija encima a cada uno y nos besaba la mejilla; esa tranquilidad que sus manos transmiten cuando me tocan.
Me acerqué a comprar mi boleto, tres policías municipales estaban ahí parados con sus armas en las manos, uno de ellos escuchando a la vendedora, boletera, qué sé yo, quejarse de algún conocido que, supongo, ambos tienen en común; una señora chaparra, morena asoleada, cabello lacio, ojos semi razgados hacia abajo, con toda la pinta de mujer de rancho, de esas de las que hacen tortillas a mano en un comal, una señora de carácter fuerte, medio arrogante pero nunca grosera; por escritorio tiene una mesa improvisada con madera donde tiene acomodados los boletos, me entregó uno de ida ofreciéndome el de vuelta también a lo cual dije "No, gracias", pagué y me fui a buscar un lugar para esperar. No muy lejos de ahí me acomodé sobre un tronco que tienen por sala de espera, y sentí frío, miré alrededor, gente con bolsas de plástico por maleta, mujeres y hombres uniformados, listos para ir a trabajar, una muchacha barriendo de la tierra las hojas que el otoño ha dejado a su paso. Y pensé en ellos, en la hora a la que despertaron, el tiempo que les tomó alistarse para salir, si tenían frío como yo, si el cigarro que se estaba fumando uno de ellos era por el clima o simplemente uno mañanero para la necesidad del cuerpo ya acostumbrado al tabaco; me dieron ganas de renunciar a mi trabajo, a mi vida y regresar a mi madre, a mi familia; la música y el olor de la mañana mezclado con la madera quemada, con los árboles y las flores, con los humanos y el humo de uno que otro vehículo que por ahí pasaba, me hicieron divagar aun más en mis ayeres y mi hoy. Y llegó el autobús, la gente se precipitó hacia la puerta de éste y yo junto con ellos, sin prisa, hice fila, una mujer que venía con una anciana tomada del brazo se saltó la línea y subió antes que los demás, un joven moreno, alto y de cabello rizo hizo lo mismo y pensé lo que siempre pienso cuando estoy esperando en una fila, en todos los hombres que se quejan y generalizan que la mujer se aprovecha de su condición de mujer y la condición de los "caballeros" para no esperar atrás su turno, pensé que nunca lo he hecho, eso, aprovecharme, pensé en el dilema que se me presenta cuando un hombre me ofrece pasar antes o sentarme en su asiento para él levantarse, que si acepto y digo gracias soy una aprovechada y si no lo hago e igual digo gracias puede ser un mal gesto, y al final soy una orgullosa malagradecida, por eso evito el contacto visual con todos y sigo mi camino. Subí y quedé parada en el pasillo del autobús, me quedé escuchando música y volví a mis pensamientos iniciales cuando vi a una pareja con una bebé, ésta en los brazos del padre, y la madre dormida del lado de la ventana, la mitad de los pasajeros iban durmiendo.
Sentí más frío, pero esta vez uno desagradable, el aire acondicionado del bus, vi la hora en mi celular y sólo esperé no llegar tarde al trabajo. Había pasado una hora cuando volví a ver el reloj y pensé que ya casi, un momento después iban a bajar varios pasajeros, uno de ellos me ofreció el asiento y al moverme para sentarme sentí un dolor en la rodilla derecha, me acomodé, cerré un momento los ojos y apreté la almohada en forma de CD que me acababa de regalar mi hermano, la piel estaba erizada y helada, respiré profundo varias veces, acaricié mi hombro izquierdo y después mis brazos, entonces abrí los ojos y los dejé mirando por la ventana, observé los campos arados, uno tras otro, los veía pasar a 120 Km/Hr aproximadamente, en unos había charcos de agua, en otros vacas y becerros, miré el cielo y la forma de las nubes, los cables unidos por postes los seguí por un rato, estaba con la mente en blanco, poco a poco desaparecía de mi interior ese sentimiento de calma, seguridad, tranquilidad, y mientras se escapaba de mi esa calidez del hogar me abracé, sentí con mis dedos el cuello, la clavícula, la cicatriz de mi vacuna en el hombro, los codos y respiré profundo tratando de retener todo eso pero, entre más me alejaba de mi hermano más difícil era mantenerme igual, como la hija pequeña que se escuda en los brazos de su madre, en su beso y su sonrisa. Llegamos a la central, la gente amontonada en el pasillo del autobús, empujándome para salir hasta llegar a la puerta y bajar los escalones para pisar el suelo como esta que ahora escribe y añora, al mismo tiempo que entiende que ya nada puede volver a ser como tal, que en este momento las metas y aspiraciones no se cruzan tan seguido con el puerto como quisiera, que cada día comprende más que no hay nada más costoso y satisfactorio al mismo tiempo que la libertad.
Elba González. Marrujo.
Leaving on a jet plane
lunes, 28 de octubre de 2013
viernes, 17 de mayo de 2013
No soy Ella
No soy lo que quieres para compartir tu vida, ni lo que esperas de tu mujer ideal, esa niña delicada que quieres cuidar, cumplir sus caprichos y convencerla cuando no te quiera besar. Me parecen estúpidos los berrinches y si una persona me molesta lo suficiente la podría golpear. No pienso positivo, suelo ser realista y en la mente llevo una revolución de pensamientos y fantasmas que me acompañan a todo lugar, siempre analizo a las personas y por lo general no les veo nada especial, es como ver orientales y pensar que todos son iguales, pero en este caso no les veo la cara, sino su forma de expresarse y manera de pensar. Más fácilmente le digo Te amo a mis perros que a un humano, pues antes me lo han dicho lo suficiente como para darme cuenta que es casi un slogan obligatorio en las relaciones para sentir seguridad. No uso tacones ni tengo mil pares de zapatos o un bolso que lleva un universo de cosméticos, un espejo, una cartera, recibos de pago y cosas que debería tirar, por lo que no tardo tanto en encontrar el celular. No duro horas en el baño, puedo pasar un día sin verme al espejo y puedo estar lista para salir en menos de media hora si corro el riesgo de llegar impuntual. No me peino, el uso más constante que le doy a mi vanidad es al terminar una relación... en el momento en que esa persona comienza a salir con alguien más; no me interesa la moda, lo único que combino es la ropa interior y mi número favorito es impar. No soy neurótica, ni histérica, no disfruto ir de compras ni me tomo de hobbie ver ropa y accesorios que de momento no voy a comprar, o probablemente jamás. No sé de decoración, uñas, peinados ni vestidos, no uso colores vivos y el rosa como que no me va. No me quiero casar ni sueño con la familia ideal.
No, no soy esa mujer que sueñas y buscas, represento lo que no esperas y no querrías amar, pero podría nombrar más de una particularidad en tu rostro al hablar, disfruto verte reír, gritar, susurrar, discutir sin argumentos válidos y hasta balbucear. Encuentro mi sonrisa cuando me pierdo en tu presencia, y en tus recuerdos cuando no estás, si me muestro fastidiada cuando discordamos estrechamente no es por tu forma de pensar sino porque también eso me hace quererte un poquito más. No soy orgullosa pero tengo mucha fuerza de voluntad y te lo menciono porque tengo el presentimiento de que por ti sí se podría doblegar, o también al contrario, desarrollarse más fuertemente, que reprima mis emociones románticas si es necesario para conseguirnos una amistosa estabilidad.
No tengo lo que quieres al final, pero te quiero conmigo y para mí con las simples intensiones de darte mis brazos, mis manos y todo eso que no sueñas para hacerte sonreír y enamorarte cada día más.
Cositas yo.
No, no soy esa mujer que sueñas y buscas, represento lo que no esperas y no querrías amar, pero podría nombrar más de una particularidad en tu rostro al hablar, disfruto verte reír, gritar, susurrar, discutir sin argumentos válidos y hasta balbucear. Encuentro mi sonrisa cuando me pierdo en tu presencia, y en tus recuerdos cuando no estás, si me muestro fastidiada cuando discordamos estrechamente no es por tu forma de pensar sino porque también eso me hace quererte un poquito más. No soy orgullosa pero tengo mucha fuerza de voluntad y te lo menciono porque tengo el presentimiento de que por ti sí se podría doblegar, o también al contrario, desarrollarse más fuertemente, que reprima mis emociones románticas si es necesario para conseguirnos una amistosa estabilidad.
No tengo lo que quieres al final, pero te quiero conmigo y para mí con las simples intensiones de darte mis brazos, mis manos y todo eso que no sueñas para hacerte sonreír y enamorarte cada día más.
Cositas yo.
sábado, 11 de mayo de 2013
Antes del amanecer, del atardecer. Al anochecer.
Las personas tienen un romance, una aventura, o incluso relaciones enteras, terminan y olvidan. Lo superan como si hubiesen cambiado marca de cereal. Cada persona tiene sus propias y específicas cualidades, nunca puedes reemplazar a nadie. Yo extraño de una persona las cosas más mundanas, como si estuviera obsesionada con los pequeños detalles.
Tal vez estoy loca pero, cuando era pequeña mi mamá me dijo que siempre llegaba tarde a la escuela, un día me siguió para ver porqué... yo estaba observando castañas caer de los árboles, rodando por la acera, o las hormigas atravesando el camino, la manera en que una hoja proyectaba sombra sobre un tronco, pequeños detalles. Creo que es igual con las personas, veo en ellas pequeños detalles, tan específicos de cada uno, que me mueven y los extraño, y siempre los extrañaré. Nunca puedes reemplazar a nadie porque cada quien está hecho de tan hermosos peculiares detalles.
Eso me recuerda lo genuinamente romántica que era, cómo tuve mucha esperanza en las cosas y ahora es como si no creyera en nada que se relacione al amor. No siento cosas por la gente ya. De una manera puse todo mi romanticismo en aquella noche única y no he sido capaz de sentir eso otra vez. Como si, de alguna forma, esa noche se llevó cosas de mi, te las demostré y te las llevaste contigo. Me hace sentir fría, como si el amor no fuera para mí.
¿Sabes qué? La realidad y el amor son casi una paradoja en mí. Es raro. Sabes... supongo que me han roto el corazón y me he recuperado demasiadas veces, así que ahora... sabes, desde el principio no hago esfuerzo alguno porque sé que no va a funcionar, sé a dónde va.
Celine (Julie Delpy) en Antes del atardecer ♥
Tal vez estoy loca pero, cuando era pequeña mi mamá me dijo que siempre llegaba tarde a la escuela, un día me siguió para ver porqué... yo estaba observando castañas caer de los árboles, rodando por la acera, o las hormigas atravesando el camino, la manera en que una hoja proyectaba sombra sobre un tronco, pequeños detalles. Creo que es igual con las personas, veo en ellas pequeños detalles, tan específicos de cada uno, que me mueven y los extraño, y siempre los extrañaré. Nunca puedes reemplazar a nadie porque cada quien está hecho de tan hermosos peculiares detalles.
Eso me recuerda lo genuinamente romántica que era, cómo tuve mucha esperanza en las cosas y ahora es como si no creyera en nada que se relacione al amor. No siento cosas por la gente ya. De una manera puse todo mi romanticismo en aquella noche única y no he sido capaz de sentir eso otra vez. Como si, de alguna forma, esa noche se llevó cosas de mi, te las demostré y te las llevaste contigo. Me hace sentir fría, como si el amor no fuera para mí.
¿Sabes qué? La realidad y el amor son casi una paradoja en mí. Es raro. Sabes... supongo que me han roto el corazón y me he recuperado demasiadas veces, así que ahora... sabes, desde el principio no hago esfuerzo alguno porque sé que no va a funcionar, sé a dónde va.
Celine (Julie Delpy) en Antes del atardecer ♥
jueves, 11 de abril de 2013
Entre líneas.
No entiendo. Tal vez son tus ojos, claros,
transparentes como tu rostro, descifrables, o tus labios, sí, son tus labios
rosas, suaves y templados, es tu lengua, húmeda como mis ganas, quizás en sí es
tu boca.
No, definitivamente no es tu boca, pero posiblemente sea tu sonrisa,
al final siempre es la sonrisa.
Estoy aquí, tirada en el césped
frente a ti y podría jurar que es esa mirada tuya procedente de una tímida
sonrisa pero, luego me miras y pronto me evades, entonces me doy
cuenta de que es el miedo en tus ojos y tus pensamientos lejanos, pero me alejo
yo también, no quiero estar y por lo tanto entiendo que no es nada de eso,
enseguida me miras de nuevo y siento que me pierdo, me quiero resistir pero no
puedo, siento el interior iniciar una revolución, una guerra… sentimientos
encontrados, y callo.
Me quedo callada como si no
pasara nada, tú no te das cuenta, entonces bajo la mirada, ahora todo tiene
sentido… es tu cuello y son tus lunares, imagino cómo se sienten tus lunares
entre mis dientes y sonrío...
¿Y si mi lengua camina tu cuello? Al cuestionarme eso entiendo que no, no es tu
cuello ni tus lunares, porque si mi lengua camina tu cuello mis labios besarán
tu boca y no habrá poder humano que me detenga, por consiguiente cuando menos
pensemos estaré caminando todo tu cuerpo;
y será tu piel en mis manos, mi
nariz en tu abdomen.
Es tu ombligo.
Ahora soy yo besando tu vientre y
mi estómago es una cascada de sensaciones, y casi sin duda podría jurar que no es mi nariz en tu abdomen ni tu ombligo, es tu vientre y si bajo un poco más, sólo un poco,
indiscutiblemente será…
será tu sexo y tú serás aquí, de mí.
será tu sexo y tú serás aquí, de mí.
Estoy tocando tus muslos hasta
saludar a tus piernas, pero mejor regreso porque son tus muslos, son mis manos
en tu entrepierna, y me detengo, ahora entiendo menos, ya no sé qué es,
sólo sé que estoy perdiendo más la razón y tu piel está tibia, más que tibia.
Te
siento y es tu espalda con mis dedos aferrados a ella y es tu pecho contra el
mío… espera, no, no es tu espalda, es tu cabello y mi rostro queriendo
esconderse en él, sí, estoy notando que podría descansar sumergida eternamente
en tu cabello, y comienzo a sospechar que es tu aroma también, una vez que
percibo tu aroma me traslado a un lugar mágico dónde se juntan tu cauce y el
mío y desembocan nuestros ríos, dónde llovemos y somos viento, únicamente tú y
yo, tu mirada es mía y tu sonrisa, acaricio tus hombros, tu cabello, tu aroma…
tu piel.
Son tus ojos, tu mirada, tu
sonrisa, tu boca, son tus labios, es tu lengua, tu indiferencia, son tus
miedos, es tu espalda, tu cabello, es tu cuello y tus lunares; son tus hombros, tu abdomen y tu ombligo, es tu vientre, son tus muslos, tu
entrepierna y tu sexo, es tu aroma.
Son tus labios en mi piel, es tu
rostro entre mis brazos y tus manos en mi cuerpo, nuestros dedos enlazados, las
caricias, nuestros besos. La electricidad. Es el amor actuando poseído
apasionado, es la pasión. Somos tú y yo, y te desvaneces, y desaparezco.
Y te desvaneces y desaparezco, y
al final soy yo sin ti,
soy yo… escribiendo.
Sólo media locura para esta
imposibilidad de ser Tú&Yo, o la mitad de la mitad, para que guardes al
interior aquello que una noche de magia quizá sucedió.
Elba
martes, 26 de marzo de 2013
Sexualidad, valía y gastritis
La diferencia hoy la hace el hecho de que no tengo nada en mente, sólo sé que necesito escribir.
La vi, hubiese parecido que no nos veíamos hace más de un año, pero con trabajo hacía un mes, cosa que no era rara cuando aun residía en esta ciudad, el detalle era que sentí la distancia muy cerca, sonará raro, quizá no se entienda pero, así fue, cuando supe que se iba sentí como algunos sentimientos se volvían azules pero tranquilos, siempre tranquilos, la distancia no es amenaza, nunca lo será. Cuéntame todo, fue su actitud, y terminó confesándose ella más pronto de lo que yo pude gesticular una palabra reveladora. Entre pláticas y juegos, risas y gestos de enojo completamente falsos acompañados de golpes pequeños, y entre momentos de seriedad, hablamos de sexo o mejor dicho, sentimientos sexuales; pronto alega que si termina su relación cambiará de sexualidad, cosa que, más rápido de lo que pude imaginarla en cierta situación, le hice ver que es totalmente improbable. Es curioso, la mayoría de los humanos gritan lo mismo justo después de salir de un noviazgo, "Desde hoy soy gay!", "Me declaro buga", etcétera. A mi no me pasa, ni me pasará jamás, algunos entenderán y si no... da igual. Yo soy del porcentaje que cuando acaba de salir de una relación amorosa, (en mi caso sería de un fiasco, desastre, tormento, o cuento de hadas sin sentido) decide ser asexual, y lo quiero con todas mis fuerzas y lo grito al interior pero obviamente nunca sucede, es como uno de esos momentos en que lucho contra mi mente por acabar con la enfermedad de los sentimientos y logro controlarlo, solo que en el caso de la sexualidad, no llego ni a la esquina de la imaginación, jamás podré ser asexual (aclarando a aquellos que creen haberlo logrado, la abstinencia no significa asexualidad).
En fin, el día no podía ser más perfecto. Aun cuando mi mañana fue depresiva, verán, tuve la mitad de uno de esos episodios en los que casi casi siento que todo flota alrededor de mi y el suicidio comienza a tener sentido, en que no entiendo qué hago o para qué, pintaba para ser uno de esos días (One of those days). De regreso a casa, sabía que sentiría eso de nuevo, entonces me dije a mi misma que si me iba a deprimir tenía que hacerlo propiamente, entonces me detuve en un oxxo y compré chatarra (antes la palabra chatarra para mí era de uso exclusivo para la basura en el espacio, no me juzguen, o bueno sí), llegué a casa y saqué la última película de mi colección que no había visto y me dispuse a verla, el tipo con el transplante de corazón que tiene sed de venganza ajena. Terminó y heme aquí.
Llevo un par de horas con sus palabras revoloteando en mi mente. Para ella en esta temporada Dios me iluminó, después de expresar eso, me advirtió. Y yo me quedé suspendida en ese momento.
¿Cómo puede alguien valorar a otra persona que realmente no tiene valor para sí? Es válido, ¿No?
Es válido que no te valoren, el secreto está en detectar tu propio valor para ese alguien más y saber retirarse a tiempo, es un consejo que probablemente yo nunca tome porque siempre voy por lo que quiero, no me voy sin dar guerra... si lo quiero. Ahora me retiro porque tengo que solucionar un problema de gastritis.
La vi, hubiese parecido que no nos veíamos hace más de un año, pero con trabajo hacía un mes, cosa que no era rara cuando aun residía en esta ciudad, el detalle era que sentí la distancia muy cerca, sonará raro, quizá no se entienda pero, así fue, cuando supe que se iba sentí como algunos sentimientos se volvían azules pero tranquilos, siempre tranquilos, la distancia no es amenaza, nunca lo será. Cuéntame todo, fue su actitud, y terminó confesándose ella más pronto de lo que yo pude gesticular una palabra reveladora. Entre pláticas y juegos, risas y gestos de enojo completamente falsos acompañados de golpes pequeños, y entre momentos de seriedad, hablamos de sexo o mejor dicho, sentimientos sexuales; pronto alega que si termina su relación cambiará de sexualidad, cosa que, más rápido de lo que pude imaginarla en cierta situación, le hice ver que es totalmente improbable. Es curioso, la mayoría de los humanos gritan lo mismo justo después de salir de un noviazgo, "Desde hoy soy gay!", "Me declaro buga", etcétera. A mi no me pasa, ni me pasará jamás, algunos entenderán y si no... da igual. Yo soy del porcentaje que cuando acaba de salir de una relación amorosa, (en mi caso sería de un fiasco, desastre, tormento, o cuento de hadas sin sentido) decide ser asexual, y lo quiero con todas mis fuerzas y lo grito al interior pero obviamente nunca sucede, es como uno de esos momentos en que lucho contra mi mente por acabar con la enfermedad de los sentimientos y logro controlarlo, solo que en el caso de la sexualidad, no llego ni a la esquina de la imaginación, jamás podré ser asexual (aclarando a aquellos que creen haberlo logrado, la abstinencia no significa asexualidad).
En fin, el día no podía ser más perfecto. Aun cuando mi mañana fue depresiva, verán, tuve la mitad de uno de esos episodios en los que casi casi siento que todo flota alrededor de mi y el suicidio comienza a tener sentido, en que no entiendo qué hago o para qué, pintaba para ser uno de esos días (One of those days). De regreso a casa, sabía que sentiría eso de nuevo, entonces me dije a mi misma que si me iba a deprimir tenía que hacerlo propiamente, entonces me detuve en un oxxo y compré chatarra (antes la palabra chatarra para mí era de uso exclusivo para la basura en el espacio, no me juzguen, o bueno sí), llegué a casa y saqué la última película de mi colección que no había visto y me dispuse a verla, el tipo con el transplante de corazón que tiene sed de venganza ajena. Terminó y heme aquí.
Llevo un par de horas con sus palabras revoloteando en mi mente. Para ella en esta temporada Dios me iluminó, después de expresar eso, me advirtió. Y yo me quedé suspendida en ese momento.
¿Cómo puede alguien valorar a otra persona que realmente no tiene valor para sí? Es válido, ¿No?
Es válido que no te valoren, el secreto está en detectar tu propio valor para ese alguien más y saber retirarse a tiempo, es un consejo que probablemente yo nunca tome porque siempre voy por lo que quiero, no me voy sin dar guerra... si lo quiero. Ahora me retiro porque tengo que solucionar un problema de gastritis.
viernes, 15 de marzo de 2013
Solía cerrar los ojos y abrir la mente hasta implosionar, solía vivir, morir… resucitar.
Había decidido otra vez vivir en soledad, pasados algunos
meses de tener compañía, de convivir prácticamente en familia, decidió irse.
Era Febrero del 2013, a mediados, encontró una casa un poco retirada de los
rumbos donde había habitado durante 7 años, independientemente de que no
hubiese tenido otra opción, era tiempo de cambiar. Desde el momento en que vio
la casa la sintió parte de sí y al ir acondicionándola poco a poco se sintió en
armonía. No había nada en su mente, solo seguir viviendo, avanzando como el
alma solitaria que durante tantos años había sido. Por azares del destino
comenzó a frecuentar a ciertas personas que estaban en las orillas de su vida y
se dispuso a disfrutarlo, era obvio el cambio, era fresco y libre, era el
inicio de una nueva temporada en la historia de su vida. Por una semana o más,
sus días consistían en salir de casa para trabajar en pendientes académicos y
al mismo tiempo convivir, platicar, aprender, y sin pensarlo, analizar otra
parte de la humanidad; sus noches seguían siendo iguales, llegaban las diez de
la noche y salía en el coche a recoger empleados para llevarlos a su trabajo (el casino, la misma plaza de siempre) escuchando
conversaciones sin sentido, otras rompehielos o rompe silencios incómodos… los
cuales generalmente, para Ella, eran más cómodos que las conversaciones.
Estando
en la plaza se encargaba del mismo casino, lidiaba con “Hostess”, cajeros, intendentes y jefes
de piso; ellas siempre bañadas de empalagosos perfumes que no toleraba y ellos (a excepción de unos pocos con actitud de hombre caballeroso) con la despreocupación cotidiana y sus comentarios “graciosos” provenientes de una confianza que no se les había permitido, pero era cosa que
les pasaba desapercibido y al final de cuentas a Ella también. En menos de
media hora repartía rutas y a rodar de nuevo. Más tarde arribaba al hotel donde se
encontraba con las personas más impacientes, pues era ahí el punto principal para
transbordar, la pesadilla de cualquier pasajero. Después de terminar la ruta
asignada en este último punto, se dirigía hacia alguno de los restaurantes o bares y,
si todo salía de acuerdo al plan, con eso terminar.
Las noches no cambiaban, los días se volvían distintos, el
inicio de la nueva temporada era muy prometedor, la enfermedad de los
sentimientos estaba en paz, tranquila, y su mente se enfocaba en otras cosas,
seguía entrenando, esporádicamente al principio por cuestiones de adaptación.
Había decisión, voluntad, ganas de vivir y lo que le quedaba de corazón estaba
como roca, sometido por el poder de la mente. Había logrado una vez más llegar
al punto de equilibrio exacto para la tranquilidad, después de dos años de no
saber lo que era eso, exactamente 24 meses, la última vez que lo había sentido
fue en Febrero del año 2011. Y desglosándolo de esa manera, le quedaba claro
que debió verlo venir, se dice que después de la tormenta llega la calma, pero
para Ella… la calma invariablemente antecedía tempestad. Paz mental, era todo
lo que anhelaba pero nunca lo decía para no sonar ingenua.
Era una sola, estaba en una pieza, como anestesiada,
entumida, a veces se sentía en piloto automático, pero andaba por la vida como
si no le importara, había terminado de leer por fin aquel pendiente que le
quedó hacía ya más de seis meses y la tenía en espera, y empezado el siguiente
libro estaba decidida a seguir la travesía interior necesaria para lograr su
misión en la tierra, que de momento no podía explicar lo que era, sólo sabía
que lo sentía en cada parte del cuerpo, en cada pliegue.
Solía cerrar los ojos y abrir la mente hasta implosionar,
solía vivir, morir… resucitar.
jueves, 17 de enero de 2013
Puedes llamarme loca o simplemente sonreír, o las dos cosas.
Elba G.Marrujo
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