Leaving on a jet plane

viernes, 12 de septiembre de 2014

Blanco como una nube.

Estaba esperando un paquete para entregarlo, me habían dicho que iba dirigido al Papa, que pusiera mucho cuidado cuando lo recibiera porque era para su uso personal, algo tan importante que no debían retrasar más su llegada y si lograba llevar el paquete a salvo iba a mostrar mi valía para el equipo. Esperé con ansias, sentí que estaba en una misión crucial.
Minutos después vi acercarse a un encapuchado, cuando llegó hasta donde yo estaba me dijo que revisara que todo estuviera completo y se fue. Pensé ¿cómo demonios voy a saber si está completo? Ni siquiera sé qué se supone que viene adentro. Abrí el paquete, jamás hubiera imaginado lo que había dentro, era un corazón humano, lo observé por unos segundos y de pronto supe que tenía que revisar dentro. Corté con unas tijeras el inicio de la vena superior o la arteria aorta, no sabría decir, jamás he tenido un corazón en mis manos ni he visto uno tan de cerca en vivo, sólo sé lo que hay en ilustraciones y lo que escuché alguna vez en la escuela, entonces por eso digo, debería haber sido el inicio de la vena o de la arteria, lo corté para poder revisar al interior, poder meter mis dedos, que con guantes eran poco más gruesos. El corazón aun latía y cuando al fin sentí algo diferente de lo que se supone que hay en un corazón, lo tomé con mis dedos índice, medio y pulgar para sacarlo. Ahora viene lo que, en esos momentos, revolvió mi mente, era una bolsita con cocaína, ¿qué carajo tiene que hacer el Papa con una bolsa de cocaína? ¿Para qué?

Regresé la bolsita a donde la encontré y tomé camino. Al llegar con el Papa le entregué el paquete, con gusto lo recibió y yo me retiré. Mientras caminaba de regreso no podía dejar de pensar ¿Porqué cocaína? ¿Para qué la cocaína? ¿Qué rollo con eso de la cocaína?
Entonces desperté.
Lo curioso es que al despertar, estaba muy exaltada, irritada conmigo misma porque en el sueño mi mente dio demasiadas vueltas al hecho de que en el paquete había cocaína sin siquiera cuestionar un poco el porqué del corazón humano, que incluso aun latía.
Bienaventurado mundo de mis sueños.