Leaving on a jet plane

lunes, 10 de diciembre de 2012


Ok, esa era yo acostada boca abajo sobre mi cama, esa era yo recargada en el marco de la puerta de mi recámara mirando la sala vacía de muebles, decidiendo si salir o quedarme en casa lo que me resta de tiempo libre antes de iniciar mi jornada laboral diaria, esa era yo parada en medio del cuarto mirando el desorden alrededor, esa era yo… y esta soy ahora, sentada a media luz en la cama, escribiendo porque hace días que he sentido que lo necesito. Esta soy yo, la que escribe a las 22:05 horas del día 10 de diciembre de este año con mi Bu al lado, pensando en los sentimientos encontrados, en el presente próximo cercano, en las canciones que escucho de fondo, en ti, en mí, en él, en ella, en ustedes. Pienso en la placa que tengo colgada en la pared y las fotografías pegadas, en el portarretratos, que aunque vacío lleva tu sonriente fotografía, en el regalo de navidad pasada con el pedazo de platillo pegado detrás para sostenernos, en ti, en mí, en ustedes. Pienso en mi guitarra, en mi bajo, en mis dibujos, sobre todo ese en acuarela que no he podido darte, en la videocasetera que está tirada en el piso, en la ropa regada y la guitarra eléctrica que mi ex olvidó y nadie toca, en ti, en mí, en ustedes. Pienso en la calma, en la tempestad, en el silencio, en el ruido de este interior que no logro entender, en la música que dejé de hacer, las letras que dejé de escribir, en ti, en mí, en ustedes. Pienso en los primeros momentos y en los últimos, en el miedo que siento al pensarte para siempre lejos, en la necesidad que a menudo me asalta por huir de la ciudad y en la fuerza con que siento a mi alma abrazada de la tuya, aferrada, en mi familia, en mis amigos, en los sentimientos perdidos que se volverán a encontrar, en ti, en mí, en ustedes.

Tal vez si digo que no sé qué hacer, me sentiré mejor conmigo misma por no hacer nada, quizá si digo que por fin lo acepté, tendré el pretexto perfecto para justificar mi apariencia despreocupada por ti. Probablemente si digo que siempre supe que no me amaste y ni siquiera estuviste cerca de hacerlo, que estoy de acuerdo con que todas tus acciones dejan claro el interés que no tuviste en mí sino en alguien más recibiré un aplauso de aquellos que conocieron parte de nuestra historia, o de mi historia contigo, o mejor dicho aquellos que han vivido esta yo contigo dentro, que saben el desastre que soy por ti y me han visto peor aun sin ti, esos que saben que mi insomnio se llama tú y mis sueños también llevan tu apellido, que tu imagen se presenta ante mí más de tres veces al día y que no mencionan tu nombre quizá porque quieren creerle a mi yo desinteresada y no darse cuenta que al mencionarte este amor aun se me asoma por la mirada, quienes irónicamente me llevan la contraria cuando concluyo en que lo nuestro ante tus ojos no ha significado nada y alegan que probablemente sí me amas, culpando a tus posibles problemas psicológicos, a tu locura temporal… crónica. Bueno, yo culpo a tu sonrisa y a tu mirada, y es posible que más de una vez me haya culpado a mí. Tal vez, quizá, probablemente… no sé, lo que sí sé es que nada de lo que acabo de plasmar aquí estaba destinado a este escrito, y esta noche más que nunca, tengo la certeza de que no importa lo que haga y lo que piense, siempre estarás presente en mis letras, quizá con el paso del tiempo llegará el momento en que realmente no te me notes tanto.

Ya se hizo tarde para el trabajo.

Postdata: Te amo.

Elba.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Porque aun no me iba y ya quería regresar.

Era una de esas noches en que estoy en el bar, perdida en la lectura sin importarme que sean apenas las 11:42 pm, a ratos distrayéndome con el trabajo. Estaba en una de esas oscuridades solitarias en multitud que me abrazan entre letras, números, versos, tickets, pensamientos, sueños despiertos, billetes, ideas, monedas, planes, murmullos, música ligera al rededor y un toque de misantropía que me lleva a evitar cualquier contacto visual posible con los clientes de la barra y los meseros que vienen a pedir un traspaso de producto, algún cobro de servicio o traspaso de cuentas... bueno con los humanos en general. Era una jornada laboral especial, porque el tiempo se fue lento y a mi me dio igual hasta que el socio mayoritario estuviera sentado con sus acompañantes, bebiendo y pidiendo más a las 2:47 am cuando la barra ya estaba cerrada y el lugar prácticamente desarmado, recuerdo haber pensado por eso de la 1:18 am que no importaba si esa madrugada nos íbamos a las 6, al fin y al cabo nadie me estaba esperando, (hasta mis perritas debían estar en el séptimo sueño ya) y de cualquier forma nada de lo que hago tenía sentido del todo, que la vida se me tornó rara desde hacía ya 2 años.

Después del enredo de los números, las cuentas, las cortesías, las propinas de los meseros, el corte de caja y la platicada con los compañeros que seguían ahí, el flirteo con uno de ellos, que ya es pura costumbre, tomé mis cosas y me dirigí al auto, ya encendido el motor y con la poco melodiosa voz de Chris Daughtry de fondo diciéndome que no he aprendido nada emprendí camino, iniciaron los 10 minutos de viaje con destino a mi cama. Salí del estacionamiento, me fui de frente con el volante un tanto inclinado hacia la derecha y pasando el camellón me di vuelta en "U" para seguir el camino a casa.

Le dije te amo y respondió que ya lo sabía, mientras mis manos se paseaban con un poco de fuerza por su espalda. Ese tipo de situaciones se vuelven demasiado revoltosas al interior cuando la única intención es lograr una satisfacción ajena a expensas de los propios sentimientos y la respuesta recibida es prácticamente un "está bien" ¿Cómo iba yo a saber si sabía la verdad? Realmente no importaba, realmente no importa, como decía la ex suegra de mi hermana y una muy buen amiga de la familia, "De amor no se vive" y claro de amor tampoco se muere, aunque se propague como cáncer en el cuerpo y a momentos se sienta una desahuciada. El amor podrá ser para algunos una eterna agonía, pero ciertamente no un asesino, el amor no mata, yo por ejemplo, sí. En fin, no era la primera vez que se lo decía, ya me había prohibido antes volver a hacerlo, pero simplemente es un sentimiento que no cabe en el cuerpo, que no es necesario decir pero sale, hace "puff" y pronto ahí está, y ahí estaba yo, tratando, intentando. ¿Cuando? ¿Cuando será esa madrugada en que al salir del bar no piense en alguno de nuestros momentos? (En esa pregunta fue cuando casi me subo al camellón para dar vuelta a la derecha, no me asusté, es otro defecto). Tengo tantos pendientes, me estoy atorando en un punto del que ya debía haber salido, igual no puedo irme todavía. No entiendo, ni un poco, no entiendo porque los semáforos se sincronizan así a esta hora, me hacen detenerme y al final termino por ignorarlos, no entiendo nada. Te extraño, le dije y creo que contestó "aquí estoy", no le puse mucha atención porque estaba metida en mi "te extraño" desde hace días. Extraño como eras antes, ese trato que me dabas, me decías cosas lindas, como ese "Aun no te vas y ya te extraño" que me enviaste en un mensaje de texto (no tienes ni puta idea de lo que me hizo sentir al leerlo) antes de irme a Mazatlán por vacaciones de semana santa.

Extraño a esa persona que se alegró porque mi jefe no me dio vacaciones en la semana de pascua y así iba yo a regresar antes, se lo dije una de las veces en que fui a su trabajo en la hora de comida y como de costumbre nos sentamos frente a frente los 17 minutos que le restaban antes de tener que regresar a laborar, aun recuerdo esa sonrisa al decirle "Mi jefe no me dio vacaciones, trabajaré el fin de semana de pascua", el año pasado era yo cajera en otro bar. Y seguramente se lo imaginó, pero aunque tenía que volver por cuestiones de trabajo, me alegraba saber que volvería antes de lo esperado, porque yo aun no me iba y ya quería regresar... Qué sentimientos tan bonitos se me movían en ese entonces, suaves, delicados, tranquilos y locos a la vez, sonrientes, no tenían prisa, los mismos que hoy me revuelven cada parte del cuerpo pero en una potencia más alta que hace ya tantos ayeres, los mismos que evolucionados me han mantenido al pie del cañón, esperando, dando, incondicional. Extraño a esa persona que me robó el primer beso, que me buscaba todo el tiempo, mostraba interés, la extraño tanto que he llegado a pensar que fue una mentira de la que me enamoré, y en mis intentos por encontrarla me pierdo en esa persona que hoy eres, esa persona que me hace pensar que de quien me enamoré nunca existió y que fuera de mi recámara o la suya o cuando no estoy a su lado... no existo. Que ante los demás no existimos. Probablemente no somos nada.

Debimos salir más tarde, en el momento en que se me estuvieran cerrando los ojos, ahí hubiese yo tomado las llaves, los celulares, el cargador, los lentes, la cartera y manejar así más dormida que despierta, no estaría pensando, como la vez que al salir estaba tan cansada que vi a un león blanco en medio de la calle y por no atropellarlo casi choco, fueron milésimas de segundo y cuando volteo por el retrovisor no veo nada, era obvio que no iba a ver nada, pero tenía que cerciorarme de que ese león no estuviera ahí. ¿Morir por no atropellar a un león blanco imaginario o morir por manejar pensando en el yo contigo?

Un día voy a morir aunque siga viva, desapareceré. Cuando el día de desaparecer llegue, espero tener más dinero que años encima. Era una de esas madrugadas en que llego a casa, abro la puerta del cuarto de mi roomie y salen nuestras perritas, sin dejar las llaves, los celulares o todo lo que llevo en las manos o las bolsas del pantalón, nos dirigimos al patio, abro la puerta y ellas olfatean todo, hacen sus necesidades mientras yo leo Twitter en el celular, entramos, voy a mi recámara y acomodo mi cama... en fin, uno de esos momentos en los que me recuesto y mirando al techo espero poder conciliar el sueño antes de que mi cabeza comience a quemar cinta, a veces caigo, pero la mayoría escribo en la imaginación la historia de un amor tan irrelevante que sigue oculto detrás del cuadrito negro y nunca quiere irse a dormir.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Monotonía

A momentos me asaltan los signos de interrogación, los siento dar vuelta tras vuelta en mi imaginación, y ni siquiera sé qué es lo que quieren preguntar, mis días consisten en despertar sin ganas de despegarme de la cama, tomar una ducha caliente que un minuto después se torna fría, y me quedo parada bajo la regadera, helada, acosada por los pensamientos que he intentado bloquear, acosada por recuerdos, imaginando situaciones del pasado que me hacen sonreir, interrumpidas por situaciones del mismo pasado que me hacen soltar una lágrima y entonces deseo no tener que salir de ahí, suspiro fuerte y vuelvo a bloquear el pensamiento. Después, obligada, salgo y una vez más no sé en cuales prendas esconderme. Si lo pienso, todo es tan típico, tan monótono, las intenciones del día son monótonas, le he perdido el gusto a las obligaciones del diario, solo quiero quedarme encerrada.viendo alguna película desconocida o metida en una serie de zombies, gladiadores, caballeros, espías o amigos.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Después de acomodarme el frente de la camisa del uniforme por debajo del pantalón y desabrocharme los primeros dos botones, me di cuenta de que nada de lo que estaba haciendo tenía sentido, no la camisa, sino ese día y todos los anteriores, entonces decidí renunciar. Bajé los escalones de la plaza y caminé por el estacionamiento hasta llegar a mi carro, recién lavado.





lunes, 21 de mayo de 2012

Mis Manos Frías


Entonces ahí estaba yo, sentada sobre el cofre de mi auto, al lado de una botella de ron y en la mano un vaso a la mitad aún frío, curiosamente más helado que cuando recién lo había servido con hielo, fenómeno que me parecería extraño si no hubiese tenido las manos frías desde antes de llegar a ese lugar, que les puedo decir, era una noche de bajas temperaturas, al menos en mi interior. Lo que me llevó ahí no era más que un escape de la realidad, de mi realidad. A veces los días son tan cansados, no por la jornada laboral, académica y física que me lleva a pasar cada uno, sino lo exhaustivo que puede llegar a ser el intentar no pensarte por más de una hora. Parece como si tuviera los lentes rayados con tu nombre o la mente empañada con tu imagen, no sé. Desde ese lugar podía ver gran parte de la ciudad iluminando la oscuridad de la noche, suelo ir ahí cuando no quiero ver a nadie, o cuando he sentido ganas de llorar, que esto último en mis cinco años en esta ciudad, solamente han sido dos veces. 


Horas antes estuve conviviendo con las personitas que me rodean en un día normal, esas que tengo cerca casi dentro de mi rutina. Hace no mucho solía, sin dejar de ser social, ser solitaria, la rutina era no tener alguna después de las 19 horas y desvelarme en lo que llegara a pasar, o en su caso, desvelarme en lo que no llegara a pasar. Hablar de anécdotas del día, reír, comer, beber, escuchar su nombre en algún comentario burlesco hacia mi persona, porque al parecer a ellas les parece gracioso que exista tal sentimiento en mí, que de hecho exista esa persona por quien yo daría todo y por quien he hecho tales locuras que para mi no valdrían la pena, en fin no hacía otra cosa fuera de lo común. Llegado el momento de la despedida, ese donde se rompe la taza y cada quien a donde debe, me dirigí a repartir humanas. 


En el coche con el motor encendido y esperando a que ella entre a su casa para poder arrancar, no fue más de un minuto cuando ya estaba rodando la llanta, y quedo en el crucero esperando el espacio para avanzar y detrás una canción con el volumen tan alto para callar los pensamientos, aunque con una letra que no hace más que enfatizarlos, me detienen las ganas de pasar por su casa y tal vez llegar con la intención de decir “Te extraño, te necesito” y al final cambiarlo por un “Hola ¿Cómo estás?”. Ahí la indecisión y la batalla entre el sentimiento y la razón, me llevaron a girar a la derecha y pasar algunos semáforos antes de arrepentirme, pues el sentimiento ganó al decir que es suficiente razón actuar en nombre de lo que quieres y necesitas.

Cobardía, nuestra querida amiga, pues ya estaba afuera de esa casa observando la fachada y su coche ahí dándome la espalda, fumándome el viento, escuchando canciones de nuestros primeros tiempos. No le advertí de mi presencia, no busqué que saliera, me quedé ahí, imaginando su cuerpo recostado, su rostro a medio dormir, tal vez insomne como yo y pensando, después sacudí la imaginación y borré el insomnio y le vi durmiendo, descansando, y sentí su calor, me llegó su olor, me vi con el rostro hundido en su cuello y mis brazos enredados, con las manos aferradas a su pecho, le dediqué otra canción, mis parpadeos eran lentos, casi me puedo imaginar en ese momento, una lágrima corrió y bebí de mi trago para deshacer el nudo antes de que otra quisiera salir, supe que era una buena decisión no dejar rastro, pues mi ausencia parecía no sentarle mal y volví a la marcha, me fui con el pensamiento lleno de las palabras mudas que me han dejado sus acciones, palabras mudas que, sin embargo, me aturden.


No podía ya llegar a casa sin antes despejar la mente y terminar esos tragos que aún estaban tristes dentro de la botella, esos hielos derritiéndose queriendo fusionarse con el ron y el sabor, las calles estaban despejadas y el lugar era solo para mi, justo a la medida de mis pensamientos. Media hora más y las mejillas estaban sonrojadas por el alcohol, los labios rosas, el coche bañado de brisa, mis ojos enrojecidos y en tono verdoso. Mirando a la nada oscura llena de estrellas, “en algún lugar de este cielo estás Luna, no te escondas”, no dejaba de repetir, pues no la alcanzaban mis miradas ya ebrias, se había terminado el hielo pero no me causaba problema, con las manos tenía para conseguir una bebida fría, “yo nunca te he mentido Luna y sé que a donde vaya, me vas a seguir”.


Ella tan bella, pálida amante de muchos, reflejo de tantas, espejo suyo, brillo incomparable, inalcanzable, dependiente, insomne Luna. La estaba imaginando, le dije que no sabía cómo irme, como andar por el mundo con el alma encerrada en otro cuerpo, que era como si a ella le pidieran no contemplar el Mar por las noches. A ratos, una sonrisa llegaba al ver la suya en un recuerdo empañándome la imaginación, o se me cerraban los ojos al escuchar su voz. Maté el último sorbo de ron y eché el vaso dentro del coche junto con la botella, me recargué unos minutos más en el cofre y después me fui. Mis manos seguían frías.

Elba.

jueves, 5 de abril de 2012

Un espejismo, una ilusión

Quizá sea verdad, tal vez la que hoy escribe no existe, pues como soy contigo no he sido con nadie más.

Quizá después de todo tengas razón
Tal vez lo que tuvimos nunca existió, y si acaso existió
Quizá esa que te ha amado hasta los huesos ya murió
Tal vez yace tirada en el silencio de tu último adiós.

Lo mejor de mí, se fue corriendo contigo y tu corazón, desapareció, se marchó.
Desvaneció, tal vez después de todo, solamente fui un espejismo, una ilusión.

Tanto has deseado que me vaya, quizá ya sea momento de que lo haga
Cumplirás al fin tus deseos, lo que si no te aseguro es mi ausencia en tus sueños.
Pero no mi vida, no haré como si nunca nos sucedimos
Sólo estaré muerta, pues me agonizan sin ti todos los sentidos.

A tu salud, así será esto, te dedico la muerte de lo que he sido en tus brazos, en tus besos, tu cuerpo; a tu salud amor, es por ti y para ti la muerte de lo que he sido en tu tiempo.

Elba gmarrujo))

sábado, 14 de enero de 2012

Mientras te abrazo con el pensamiento para cubrirte en las noches de frío...

Un día me vas a pensar, pasearás en el tiempo, me verás en tus sueños, no muy lejos; recordarás mi ser, mi esencia, lo que una vez te di a manos llenas; las caricias, los abrazos, los besos, nuestras noches en vela; pensarás en mi sonrisa y vas a desear contemplarla de cerca.

Vas a querer escuchar mi voz a tu oído decir un te quiero, decirte vas a estar bien pase lo que pase, decirte ahuyentaré tus miedos; aquel tan repetido te cuidaré y si me necesitas siempre estaré contigo, incluso los gritos callados de mis ojos al mirarte con un quédate conmigo.

Aquellas conversaciones de noche, de madrugada, las extrañarás; llegarás a un momento en el que me tendrás en frente queriendo robarte un beso o más, y esos instantes en que arranqué tu cuerpo de las sábanas para acercarlo al mío, esos instantes los verás; cuando me diste tanto, cuando me amaste así tan Tú conmigo, cuando me quisiste así tan Yo de ti.

Pensarás en la danza de nuestras miradas en oscuridades tan Tú y Yo, pensarás en el ruido de mis suspiros y tal vez en esos momentos respires mi olor. Te harás recordar mi cuerpo a tu lado cuando intentamos dormir y hasta escucharás el sonido de mis muñecas que parece no tener fin.

Recordarás mi necedad, mis celos, los temas que ignoro, mi sarcasmo, mi expresión al hablar; las palabras constantes, cuando pensaba en voz alta, mi forma de mirarte y mi forma de insinuar; sentirás el pasado en que olía tu piel antes de dormir y el pasado en que te daba besos al despertar, nos recordarás con tus amigos, me recordarás con tu familia y en ese momento extrañarás nuestra complicidad.

Tal vez en plena luz, quizá en la oscuridad, vas a observar en tu memoria estos ojos que vivieron de tu mirar, de tu sonrisa, de tu cuerpo, de tus lágrimas, de tus “gestos al amar”; no sé cuándo, ni sé cómo, incluso no estoy segura del porqué, pero al sentirme lejos vas a querer el tiempo retroceder, no lo sé, mi teoría, mi poca esperanza me quiere hacer creer, que todo esto que siento algún día al fin lo vas a comprender.

Entenderás lo que te dije aquella noche, y más que entender, vas a saber, que mis palabras solo reafirmaron lo que todo este tiempo te gritó cada parte de mi ser, eso, eso que te dije al oído, está vivo en las ruinas de mi alma y tengo la sospecha que ahí va a permanecer.

Hagas lo que hagas, así me hayas negado mil veces, calles lo que calles, casi puedo estar segura que tu mirada te va a delatar si te vuelvo a tener frente a frente; me he quedado con mucho de ti y aun así, no puedo dejar de decir que me haces falta y te necesito, que estas manos, estos ojos, estos labios y mi piel se sienten agonizantes cada segundo que pasan lejos de tu anochecer, de tu amanecer.

Sí, me vas a soñar, recordarás, me vas a pensar y en la distancia me sentirás, sea noche o de día, pero será en un momento de oscuridad, en tu interior y en presencia de mi ausencia sabrás que fui real.

Elba.

 ..Mientras te beso con la mirada cerrando los ojos, olvidando el olvido.