Leaving on a jet plane

lunes, 3 de julio de 2017

Antes de dormir

Era ella, con los ojos entre abiertos, a veces le asustaba el sol, 
la tenue luz de la mañana, el aire y el viento. 
Por sobre todo tenía miedo de la luna, temblaba con la noche, 
le aterraba un suspiro, le aterraba el silencio.

El cantar de las aves con un corto efecto hacía su sonrisa efímera, 
en la mirada encerraba su universo... y llovía a cántaros,
aunque a veces sólo era el estruendo discreto de su cielo cerrado, nublado. 

Nublados sus ojos cristalinos, como en un eterno a punto de precipitar, 
me miraban sin observar, me miraban por mirar. Era ella. 
Me hacía sonreír sin siquiera decir, con tan sólo existir frente a mí. 
Su miedo, el dolor, el duelo, su ternura, su tranquilidad inquieta... su cautiverio. 

Es ella. 

Tiene varios lunares que te hablan en silencio, 
mis manos suelen jugar con su cabello, 
ya cerca del cuello se pueden tocar arpegios, 
y entonces suena la canción que le hace cerrar los ojos y soñar, 
soñar sin dormir, imaginar. Imaginar. 

La he estado escribiendo en mi cabeza, antes de dormir, 
arropando sus sueños, abrigando sus miedos, 
jugando a las escondidas con los míos, siempre perdiendo. 
Besé su piel, sus hombros templados, 
enredé sus manos en las mías, respiré su olor, 
abracé su cintura, contemplé su silencio, 
pinté sus gestos en el lienzo de mi pensamiento, 
le tengo guardados un abrazo y un beso para cuando está lloviendo.


Con el alma rasgada, no tengo remedio,
con el corazón agrietado, apretado, no quiero tenerlo.

Elba






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