Leaving on a jet plane

domingo, 27 de noviembre de 2016

No sé qué hago aquí, algo debe recordarme a ti.

Entonces llega la madrugada, con sabor etílico, y me pongo las ropas de dormir, son las mismas de la semana pasada, mis perros siguen acampando en mi cama.
Son prendas con calor de soledad y melancolía, el cuerpo cae y la mente no puede descansar, ellos son equilibrio, cordura, sus pelos en la cama me recuerdan que tengo que parar, cambiar las sábanas, ponerme los tenis y sacar la cara de las almohadas. Pero despierto y no quiero dejar de soñar, la cama tiene imán con estos huesos, el agua de la regadera duele, el shampoo se acaba, el perfume está sin usar, el polvo en el mueble de la tele, en el buró, mis manos cerradas, los cadáveres de comida chatarra, las botellas de ron y tequila a la mitad, mi guitarra sin cuerdas, mis bocinas descompuestas, la música en silencio, la soledad con ellos, el confort, mi pecho apretado, las ganas de saltar.
Duele caminar, duele respirar, la marea me lleva y luego me trae y la luna es quien siempre está, la comodidad de la oscuridad, cuando en el cielo brilla la oscuridad. Es que ya nada tiene sentido, se pierden algunos motivos, el cuerpo pesa por la mañana y sobrevivo. Aturde todo alrededor, luego oprime al interior y de repente no sé dónde estoy, de pronto no sé si estoy. ¿Vacío? Tal vez hay un vacío, quizás todo está muy lleno. Entre tanto te he escrito.

Elba.

No hay comentarios: